martes, 18 de noviembre de 2008

RAICES DEL SUBDESARROLLO ARGENTINO

historia socio económica


Ha Nacido el Dios del Maíz

Ha nacido el dios del maíz en Tamoanchán.
En el lugar en que hay flores
el dios 1 flor
el dios del maíz ha nacido.

En el lugar en que hay agua y humedad,
donde los hijos de los hombres son hechos,
en el precioso Michoacán.

(himno dedicado a Cinteotl, dios del maíz)


LA ESTRUCTURA INDIANA

Capítulo I

Primitiva Formación Económico-social

La Estructura Precolombina


El impulso que los Conquistadores recibieron para llegar a estas playas estaba dado fundamentalmente por el desarrollo de una sociedad y una economía europeas cuyas leyes se orientaban hacia la universalidad.
Universalidad desde el punto de vista de la nuevas relaciones sociales, ya que desde el punto de vista meramente físico el Descubrimiento hubo de hacerse con anterioridad de siglos o milenios.
El conocimiento humano acerca de la esfericidad de la tierra es antiquísimo, sólo que en el medioevo fue suplantado por el de la Iglesia, que sostenía que el mundo era plano y rodeado de agua. San Agustín escribía que en cuanto a la fábula de que existen antípodas, es decir, personas en el extremo opuesto de la Tierra, donde el sol sale cuando se pone para nosotros y cuyos habitantes caminan con los pies opuestos a los nuestros, no es creíble en modo alguno. Incluso en el caso de que allí existiese una gran masa de tierra desconocida y no sólo océano, únicamente hubo una pareja de antepasados originales, y es de todo punto inconcebible que regiones tan distantes pudieran ser pobladas por los descendientes de Adán.
Cuentan que ya los egipcios sabían de la existencia de estas tierras, de las cuales la Biblioteca de Alejandría también guardaba noticias. Los chinos, a su vez, se adjudican el descubrimiento (en los antiguos escritos consta que una flota de juncos de alta mar de la dinastía Ming surcó el océano Atlántico) y es conocida la historia de los vikingos, de las navegaciones irlandesas y hasta parecería ser que los Tuareg anduvieron por nuestra geografía.
Algo de ello se decía en la Medea de Séneca. O en Estrabón, que un siglo antes de Cristo, hablaba de la existencia de otras razas a occidente, más allá de los mares. Plutarco (siglo I) ubicaba el reino de Merope en un continente transatlántico. Claudio Elien (siglo III) sostenía que del otro lado del océano existía un gran continente rico en oro y plata. Es conocido lo de Platón que en el Timeo hablaba de la Atlántida. Aristóteles y Plinio el Viejo se refirieron a tierras atlánticas, que Plinio ubicó en las Hespérides (algunos consideran ser las Antillas) a 40 días de navegación desde las islas Gorgadas (¿Cabo verde o Canarias?). Asimismo se menciona el mar de los Sargazos en el viaje de Scylax y en el seudo Aristóteles. Ubicaban a este mar, que los romanos designaban como mare VasodumJustificar a ambos lados, a cuatro días de navegación desde Cádiz. Y en los textos brahamánicos, la región de Pushkar designaría la actual América. Pudiera tratarse de otras islas intermedias, como Islandia o simplemente Cabo Verde, Canarias o Azores. Pero lo cierto es que fenicios, cartagineses, griegos, romanos, y posteriormente los portugueses, exploraron las costas occidentales de Africa y de una u otra manera trajeron noticias o alusiones a tierras allende el Atlántico. Había comenzado el proceso de globalización. Así, las costas occidentales de la "cuarta India", figuraban ya en el mapamundi de Macrobio (siglo V). Desde tales costas, antecesores de Colón pensaban hallar un paso hacia el sinus magnus de Ptolomeo, nítidamente dibujado por éste en el siglo II y luego reproducido por Enricus Martellus en 1489 o por Paolo Toscanelli en su famoso mapamundi.
O el caso del almirante turco Piri Reis, quien en 1513 dibujaba el océano Atlántico, porciones de Norteamérica, y un perfil completo de Sudamérica con inclusión de la Antártida (algunos descreen de que se trate de la mentada Antártida, aunque ahí se está).
Pero la humanidad sólo "ve" sus descubrimientos cuando estos se transforman en necesidad. Y la tal necesidad tomó cuerpo para peregrinar, desde un reino a otro -con su jubón raído, su hijo Diego y su visión de oro y pedrerías- en la persona de Cristóbal Colón.
En uno de esos peregrinajes, tan llenos de adversidad todos, topa con Fray Antonio de Marchena, quien a su vez es amigo del confesor de la Reina Isabel. Se le cierran las puertas, pero él sostiene que "seguiré, pues sólo se halla vencido quien acepta su derrota".
En realidad, la necesidad de acumulación y nuevos mercados fue la que finalmente le ayudó a franquear portales. Luego del Descubrimiento, América aceleró la transformación de las fuerzas sociales, del trabajo y la especialización productiva. Murió el comercio de las corporaciones y nació la concurrencia mundial.
El marino y el Conquistador se hallaban comandados en los hechos por contadores y comerciantes autorizados por las Capitulaciones de la Corona. Los Capitanes de Castilla y los misioneros traían consciente o inconscientemente las nuevas relaciones de producción y buscaban el oro y los mercados necesarios para la acumulación capitalista.
Aquel resplandor del oro y de los frutos tropicales, las sabanas y plegamientos orográficos, un Ande que venía desde el mar antillano a zambullirse en el antártico y los contrafuertes minerales cercando llanuras y bosques, no podían sino maravillar.
Volcanes haciendo fuego sobre inmensos ríos que bajaban a separar los muslos de la pampa. El follaje "prieto de verdura que ni me sé cansar los ojos de ver" -como escribía Colón-, los pequeños insectos y los pájaros mínimos poblando fachinales, sertaos y maniguas, así como seres desconocidos cuyo mirar fosforecía en la penumbra, sobrecogieron al Conquistador.
Pero el empuje español y el ansia de riqueza podía más que todos los miedos juntos. Pizarro tronó "por aquí se va al Perú a ser ricos; por allá se va a Panamá a ser pobres. Escoja el que sea buen castellano lo que más bien le estuviere".
Los dioses de la abundancia y de las lluvias serían destronados y se honraría a otro Dios, a imagen y semejanza de un mundo que los nativos desconocían. Fray Ramón Pané, primer tratadista, a lo que parece, de América, nos trae noticias de aquellos dioses montaraces que caerían derrotados junto a sus fieles.
Estos permanecían en una vida y creencias propios de diversos estadios del desarrollo humano, aunque no deje de admirarnos -por ejemplo- el avance logrado por los mayas, aztecas y kechwas en arquitectura, matemáticas, cosmología e incluso en informática (los quipos peruanos).
En el momento de la Conquista los Incas habían superado la comunidad gentilicia para pasar a la comunidad rural, con relaciones sociales tales cono el ayllu, la marca, la chunka, la mita, etcétera, y donde se consolidaba un ingrediente nuevo: el esclavismo personificado por los yanaconas.
La domesticación de las llamas, el cultivo del maíz, la orfebrería y la industria bélica iban produciendo tal desarrollo en el imperio que los Incas acudían permanentemente a la conquista para conseguir más mano de obra. Los indígenas así dominados se hallaban sometidos a un trabajo gratuito en favor del Inca, la nobleza y los sacerdotes. O también, a pagar tributos.
En casi las mismas condiciones el poder central iba colocando a buena parte de sus súbditos, ya organizados desde tiempo inmemorial en el ayllu y otras formas sociales que antaño eran libres.
Así pues, se había producido la primer gran escisión de la sociedad en clases: señores, plebe y esclavos. El Inca Garcilaso narraba cómo se dividían los linajes según que los habitantes poblaran el alto o el bajo "que los dividieron por barrios o por linajes, diciendo Hananayllu y Hurinayllu, que es el linaje alto y bajo; Hanansuyo y Hurinsuyo, que es el distrito alto y bajo".
El profesor Métraux señalaba que el lugar cada vez más importante que los yanas asumían en el imperio no se explica sino en el caso de que su rendimiento fuese superior al sistema tradicional de las corveés. Al arrancar de las comunidades a algunos de sus miembros -concluye Métraux- el Inca las debilitaba y esbozaba una revolución que, de haberse continuado, hubiera podido cambiar toda la estructura del imperio.
Sabido es que el desarrollo de un país se mide -desde el punto de vista socioeconómico- por el grado de especialización, es decir, por la división social del trabajo. Entre los incas, el trabajo estaba profundamente dividido, como lo indicaba la presencia del esclavismo o yanaconazgo, sin el cual no se hubiesen podido construir las grandes obras públicas a partir del movimiento de enormes bloques de piedra -unidos luego milimétricamente- y la construcción de acequias y carreteras que partían desde Angasmayo (actual Colombia) para finalizar en el sur chileno.
El oficial español que reconoció a Caxas y a Guacabamba, volvió maravillado por las enormes carreteras, por los puentes, acequias, fortalezas, almacenes de vestuario para el ejército. "En fin -escribe- de la fábrica de ropas que había en Caxas, donde una muchedumbre de mujeres hilaban y tejían vestidos para los soldados del Inca".
Otras civilizaciones y pueblos americanos transitaban distintos estadios de desarrollo, pero en muchos de ellos ya existía la agricultura como rasgo más distintivo del trabajo humano.
El sabio argentino Florentino Ameghino supo escribir, allá por 1882, que la historia de la humanidad era la historia retrospectiva del trabajo humano. Los orígenes de nuestra agricultura son inmemoriales -una historia retrospectiva del trabajo humano, precisamente- y algunas de las especies y variedades cultivadas en América, se puede decir que revolucionaron la agricultura y por ende, el trabajo y la dieta humanas.
Se cultivaba maíz, mandioca, cazabe, batatas, maní, mango, algodón, zapallos, frijoles, quinoa, ulluco, patatas (cientos de variedades), ají, tomate, etcétera. Y se cosechaba, además, yerba mate, cacao, tabaco, algarroba, mburucuyá, chañar, mistol, albaricoque, grosellas, frutillas, etcétera.
"La segunda generación de indios que se multiplicaron de Uaricocha, comenzaron a trabajar e hicieron chacras y andenes, y sacaron acequias de ríos y lagunas", escribe Guaman Poma de Ayala.
Los mayas, aztecas, incas o kechwas, diaguitas, huarpes, mapuches y otros, tenían nociones adelantadas de riego y canalización. Algunas tribus lo hacían en terrazas (los andenes de que hablaba Guaman Poma) como los kechwas, diaguitas, etc., que además inventaron los silos o trojes para almacenamiento del cereal. Los kechwas abonaban la tierra con pescados y guano. Los guaraníes poseían una herramienta de labranza llamada saracuá, y los incas, la chaquitajlla (especies de palas de punta de madera).
Hay testimonios de que diversas tribus (como las del Valle de Quilino, en Córdoba, Argentina) poseían agricultura con ingeniería de riego artificial que les permitía elevar el agua. También es noticia que los Huarpes, aún antes de fundarse la ciudad de Mendoza en Argentina, ya tenían trigo, cebada y ovejas de Castilla que, o bien provenían del saqueado fuerte de Sancti Spíritu a orillas del río Paraná, o las habían adquirido en Chile a los Conquistadores recién llegados. El grupo guaraní que habitaba la cuenca superior del Río de La Plata (hoy Brasil, Paraguay y Argentina), cultivaba calabaza, maíz, mandioca, patata, algodón, y cosechaba numerosas especies.
Es conocida la importancia que revistió en Europa la introducción del caballo como elemento de guerra (caballería) y herramienta de trabajo, pues permitió la derrota del esclavismo y el afianzamiento del feudalismo. En tierras americanas, el caballo fue decisivo para el triunfo de los conquistadores, y una vez en manos de los indígenas, pudo dotarles de un medio de transporte y de guerra además de un nuevo régimen de trabajo y de vida. Hacia 1599, en nuestras tierras, el gobernador Diego Rodríguez Valdez de la Banda comunicaba al Rey la existencia en poder de los indios de dos millones de yeguas y caballos.
Estos equinos permitían desjarretar las vacas orejanas que vagaban libres. En el trabajo de la tierra, si bien se utilizaron yeguas, el principal medio de tracción fueron los indios “tiradores”.
De lo dicho hasta aquí es obvio colegir que la primer vertiente que compuso a nuestro campesinado fue la indígena, y que asimismo algunos de los alzamientos y luchas contra los conquistadores y encomenderos, además de las reivindicaciones indígenas propiamente dichas, tuvieron el sello de las luchas antiesclavistas.



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